Boda de Cristina y Abraham

Las noches de verano, con su calidez y su peculiar ambiente, tienen una magia especial. Por eso son muchas las parejas que escogen el estío para contraer matrimonio, y más si a ese encanto estival nocturno se suma el estar en una hacienda como la Vera Cruz, en mitad del campo, en salones y jardines que lucen perfectos para la ocasión.

La bonita boda de Cristina y Abraham

Cristina y Abraham se dejaron querer por las ventajas de celebrar la boda en una hacienda, que permite hacer uso del salón para el banquete y de los jardines para la fiesta posterior, cuando ya apetece salir afuera.

La manera en que montamos el salón siempre aporta a la boda el toque de elegancia clásico que merece. Como es habitual, predomina el blanco de la mantelería y la vajilla, pero se juega con toques de color en las sillas y en el tapete del centro de mesa, en este caso marrón. Las rosas de color rosa con las florecillas blancas silvestres o los globos rojos terminaron de dar el toque.

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Una bonita velada en el exterior

Para el exterior, se optó por las ya clásicas letras de boda blancas, en este caso componiendo las palabras «l’amour». Siempre sirven a modo de photocall para novios e invitados.

Los novios deleitaron con su clásico baile nupcial (ya muy alejado del vals de hace décadas), mientras familiares y amigos les rodeaban en el jardín. Para entonces ya había comenzado el juego de luces y música y, poco después, la barra libre. Para ella, se optó por algo sencillo con cajones de madera, letras y luces que daban al rincón un aspecto vintage-americano.

A la cálida luz de las lámparas de la hacienda, la boda tuvo momentos emotivos como las canciones que un solista dedicaba a la pareja, portando solo guitarra y su propia voz. Son esos los detalles que hacen que una boda como la de Cristina y Abraham sea inolvidable.

Hacienda Vera Cruz

Boda de Cristina y Abraham